lunes, 10 de noviembre de 2008

Each one of them around me

Hoy es uno de esos días que empiezan pedorros, y terminan con unas cuántas lágrimas derramadas de lo feo que se fue tornando todo. Pero siempre hay alguien ahí para levantarte el ánimo, o al menos para hacerte saber que no todo siempre es así de malo.
A diferencia de otras personas, a quiénes no les importa nada más que ellos mismos y su no felicidad, porque nunca aprenderán a vivir con lo que tienen y tratar de aprovecharlo, tratar de ser felices. Ni tampoco harán algo por hacer de sus miserables vidas menos miserables, porque simplemente no está en su naturaleza.
Se dedican a andar entre nosotros, jactándose de su superioridad, flaqueando al primer error y desintegrando la felicidad de cuánta persona se encuentre a su alrededor, suplantándola por una profusa ofuscación. A eso se dedican y parecen no percatarse de que nadie necesita sus problemas. Nadie necesita sus locuras, sus ataques de histeria, sus lloriqueos por cada rincón.
Son débiles y actúan como auténticos pelotudos, sin importarles nada ni nadie.

Ahí es cuando empezás a despertar un odio creciente y te das cuenta de las cosas que te impiden ser así.
Sos feliz, o pretendés serlo lo mejor que puedas con lo poco que tenés. Aún así no tengas nada.
Tus problemas son tuyos y no hacés alarde de ello, más allá de que a veces necesitás a alguien que te escuche.
Escuchás a los que te necesitan, a diferencia de aquellos egocéntricos empedernidos como tantos alrededor.
Lloriqueás solo, no en público tan sólo para mostrar qué tan infeliz sos.
Y demases...

Por suerte no son todos así, por suerte te encontré hace muchos años y seguís ahí para cuando la gente como esta me caga el día... los días...

No hay comentarios: