Creyó muchas veces que había cerrado la puerta tras de sí. Pero como en un cuento de terror, a veces la puerta se abría sola, una y otra vez, con un chirrido espeluznante y a la vez cautivador. Y a pesar de que sabía que del otro lado de la puerta no había más que oscuridad, una y otra vez, quería cruzarla.
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